quédate con lo bueno

la idea del vaso medio lleno o medio vacío vertebra la película “cosas que perdimos en el fuego” de susanne bier, mi último descubrimiento, que se me presenta cercano al cine de iñarritu en la ruptura de la linealidad temporal, en la intimidad de las imágenes, en las grandes interpretaciones, en el tempo-ritmo de la narrativa cinematográfica.

es difícil no conmoverse con la contención de la preciosa hall berry ante una pérdida irreparable, la del hombre de su vida… y no cualquier tipo de hombre, sino un personaje generoso y leal como pocos.

viéndola no puedo evitar retrotraerme a mi pasado cercano, en el que, ahora si puedo decirlo, he tenido que superar varios duelos seguidos ante diversas pérdidas. eso fue hace poco a hace mucho según se mire. de todas formas da igual, porque el tiempo no existe, es una invención-convención. solo existe el aquí y ahora. y aquí y ahora doy las gracias. gracias, porque siempre he creído que la única manera de crecer, de enriquecerse, de evolucionar como ser humano es superando las dificultades. la vida te da, la vida te quita, dice mi madre. y así es.

no podemos dar nada por sentado, ahora tenemos, mañana no. “la seguridad de lo objetos”, metraje de hace años que visioné durante otro duelo del pasado, me ayudó a reflexionar sobre el tema:  el cómo y el por qué nos aferramos a la necesidad de poseer, de tener, como baluarte para anclar nuestras inseguridades, como reflejo de nuestras dependencias y enganches terrenales y cómo a veces dejamos de lado lo verdaderamente importante.

por qué tenemos tanto miedo a dejar ir, a soltar, a perder, a sufrir?… no nos han enseñado a gestionar nuestras emociones, no hemos asumido que el dolor es la otra cara de la moneda, necesaria para poder volver a ser féliz…no hay sombra sin sol, no hay día sin noche, no hay subida sin bajada.

en la película se nos muestran las clásicas fases del duelo, perfectamente interpretadas por la protagonista, que sólo al final de la cinta entiende, por fin, que debe aceptar su “realidad”, aceptar que la vida sigue aunque su marido ya no esté, aceptar su muerte para poder seguir su camino vital. en esa catarsis, en ese viaje interior hasta el fondo, en ese desenganche emocional, la acompaña el co-protagonista, un yonqui excelentemente vestido por los pies, y gestado por el genial benicio del toro.

no llores-no llores! se nos dice desde pequeños. pero ante una pérdida hay que llorar, permitírselo, dejarse ir y dejar que nos cuiden, convalecer…yo antes no sabía esto. ahora si…

 (quizás por haber aprendido esto, cuando ella por fin rompe a llorar, casi al final de la película, respiré aliviada, sequé las lágrimas que barnizaban mi rostro desde el minuto 5 y en mi contracatarsis particular sonreí en paz…)

llorar, soltar, dejarse ir…solo así podremos curarnos

solo así podremos volver a reír, a sentir, a creer, a renacer… y quedarnos con lo bueno

Raquel Galavís

trail of grief-anneke van giersbergen & danny cavanagh-in parallel